domingo, 31 de agosto de 2014

Lago de Garda.

Este destino italiano es de los más solicitados por alemanes y austriácos que pasan la frontera con sus grandes coches cargados de bicis, barcas y niños. Es una zona de turismo familiar en estos meses. El centro de operaciones lo cogimos en Sirmione, una minipenínsula que se mete en la parte sur del lago. Hasta llegar al casco histórico, al que accedes por un puente del castillo Scaligero, a ambos lados de la carretera hay multitud de hoteles con sus respectivas playitas y embarcaderos. Nosotros elegimos uno que, si bien estaba un poco viejo (tenía un bidé incorporado en la ducha), tenía una playita de piedras muy maja con una buenísima puesta de sol que para muchos quisieran. Teníamos un paseo majo (1,7km) hasta llegar al castillo pero lo hacíamos con gusto. Cuando llegábamos de recompensa teníamos unos buenos helados y en grandes cantidades. La entrada era un poco caótica. Pasaban coches, bicicletas, miles de turistas mirando la foto que habían hecho con el smartphone...vamos un chocho increíble. Un amigo ya me dijo que este sitio en verano se pone a reventar y llevaba razón. Aún así el sitio es muy agradable. Hay muchos restaurantes, buenos regulares y malos, muchas tiendas de souvenirs y cualquier cosa típica de un lugar visitado por más de un millón de turistas en un més. Aparte del castillo Scaligero (de la familia veronesa) hay un bonito mirador en el lado Este que te lleva hasta unas playas públicas que aunque no merecen mucho la pena la gente acude en masa. Yo me quedo con las hamacas privadas de un hotel de cinco estrellas que parece de propaganda de fragancias de Dolce&Gabanna. Más allá de las playas y por un paseo interior se llegaba a las cuevas de Catullo, que ni eran cuevas ni estuvo allí el poeta. Era una Villa romana que habiendo estado cubierta de vegetación parecían cuevas. Su datación no coincidía con el periodo de vida de Catullo, pero el nombre de "Grotte di Catullo" vende más. Sobre el punto más alto se encuentra la iglesia de San Pietro in Mavino que es una bonita capilla románica muy bien restaurada con su techumbre de madera y sus frescos que abarcan del siglo XII al siglo XVI. Al lado del pueblo hay unas termas, mejor dicho, un spa al aire libre con tratamientos de aguas sulfurosas ricas en la zona.
De Sirmione a Peschiera del Garda hay un paseo peatonal y de bicicletas de unos 11 km que nosotros nos liamos a hacer a pata como si de una etapa del Camino de Santiago se tratase (11 de ida e 11 di ritorno). Este pueblo ha sabido aprovechar un fuerte militar Mediterráneo  para hacer que sus habitantes vivan del turismo con tiendas, bares, heladerías y restaurantes. Es un sitio agradable con buenas tiendas de ropa y calzado y terracitas para reponer fuerzas y ver pasar a la gente.
¡Qué bien se está de vacaciones!
Teníamos pensado subirnos a un barco para visitar dos pueblos del Norte del lago pero viendo que el trayecto era largo de tiempo y que nos costaba el billete 34€ por cabeza decidimos ir por carretera. Las carreteras eran bastante mejores que en el Lago de Como, pero al ir por el lado oeste pillamos mucha retención en un pueblo llamado Saló que junto al pueblo siguiente está plagado de casas señoriales y hoteles de lujo del 1900. Esto lo dejo pendiente para la próxima vez. Después de desesperarnos intentando aparcar gratis en Limone metimos el coche en un parking abajo, pegado al lago, que te daba acceso a lo bonito del puerto y las playas. Como en todo el lago , playas de piedras (fundamental llevar escarpines o cangrejeras). El pueblo es un intrincado ramal de callejuelas en cuesta plagadas de colmados en los que venden todo tipo de productos relacionados con el nombre de su pueblo y en especial botellas de limoncello. Está claro que eso es un reclamo turístico porque no es que haya muchas plantaciones de limoneros por la zona. Para comer yo recomiendo más una salchicha especiada junto al parking que el curioso restaurante escarbado en la roca en el que comimos junto al Porto Vechio. 
Después de pagar el parking pasamos toda la tarde en Riva del Garda.
Primero de todo, pudimos aparcar gratis. Junto al aparcamiento visitamos la iglesia de planta octogonal de la Inviolata, de estilo barroco. Está claro que es un enclave tomado en cuenta para los aficionados a la BTT. Había muchos grupos que o bien estaban descansando de las rutas o estaban para iniciarlas. Como en muchos pueblos italianos sus múltiples y cuidadas plazas dan pie a pasar mucho tiempo en las terrazas disfrutando del sol y un Spritz. Nosotros lo tomamos vigilados por la torre Apponale. Abundan las tiendas de grandes diseñadores y algunas cuyos creadores son los mismos dependientes. No tienen la fama del diseño por nada. En cuanto a zapaterías lo mismo, mucha marca conocida y su omnipresente franquicia Batta. Junto al puerto donde atracan los ferries hay una central hidroeléctrica con un salto entubado que surca la montaña para caer sobre un edificio con unos frisos monumentales estilo años 50. Se ve que está en funcionamiento. Me resultó curioso un pasaje que unía unas calles con una plaza, no era otra cosa que una iglesia desacralizada que mantenía su campanario. Hay tantas en Italia que no me extraña que algunas se abandonen para otros usos. A la vuelta cogimos la carretera que pasa por Torbole (un pueblo que se ha unido a Riva) y subimos las montañas hacia Trento para coger la autopista. Estamos acostumbrados a estar rodeados de viñas pero las extensiones que vimos allí eran para darse cuenta la cantidad de vino que se exporta con dnominaciones italianas. La de esta zona es compartida con Austria, gewurztraminer. Cuando llegamos al hotel de Sirmione nos dimos un baño, comimos unos sándwiches e hicimos las maletas para marchar al día siguiente a Rímini.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Como en el Lago de Como

Para el que no lo sepa, estoy en el Lago de Como, famoso por tener como habitante ilustre al hollywoodiense George Cloney. No me se el nombre del pueblo donde tiene la villa y ni me importa. Por lo visto su alcalde (no se de qué tendencia política) ha legislado para que nadie joda la boda de su convecino más famoso. Nadie se puede acercar a su villa con coche, carabana o barco tanto en la preparación como en su boda. Bueno dejandome de rollos, hemos pasado el día en Como, ciudad a la que debe el nombre el lago. He decidido ir en coche y en buena hora. La carretera bordea todo el lago desde Bellagio a Como y está plagada de ciclistas que no valoran su vida ni lo más mínimo. El tráfico es intenso en ambas direcciones y a eso añadele los lentos de dos ruedas. Seguir el GPS dando como referencia el centro de la ciudad me ha hecho meterme por peatonales que me llevaban a la plaza de la capital. Seguro que me gano alguna multa por entrar en zona de limitación de tráfico y en hora punta. Ya me lo contarán los del alquiler del coche.
Hemos conseguido salir y aparcar en una zona azul. Hemos visitado su bonita catedral, tomando un spritz en su plaza y despues hemos paseado junto al puerto. Desde ahí se ve un teleférico que sube una montaña para tener vistas panorámicas de la ciudad. Realmente lo bonito es que hubiese tenido vistas panorámicas sobre el lago. Al final del paseo hay una especie de templete que es el museo de Alessandro Volta (el inventor de la pila y por el que la potencia se llama voltaje). También hay un monumento a los caídos en la I Guerra Mundial (1915-1918). Cuando ya no aguantamos más el calor nos dedicamos a callejear por las calles estrechas que están más frescas y damos con un restaurante muy majo llamado Feel Como. Nos quedamos a comer y después vamos en busca de una torre espectacular que es la puerta principal de la bien conservada muralla que rodea el casco histórico.
Con esto hemos acabado nuestra excursión (la zona azul nos llama). El regreso, igual que la ida, carretera estrecha, ciclistas y coches que vienen de frente tirándose a nuestro carril.
Hace calor y tras estar contemplando un poco el pequeño embarcadero de Pescallo (junto al hotel) decidimos hacer un poquito de lectura en nuestra terracita. A las seis toca una vuelta desde Bellagio haciendo la ruta de las antiguas casas de la zona, el paseo te lleva por antiguos enclaves rurales que recuerdan a cualquier pedanía de pueblo español de unos diez habitantes. Eso sí, calles empedradas y escaleras empinadas. Se pasa por una Lechería Social que aun sigue en funcionamiento y por un antiguo lazareto que ahora es el cuartel de los carabinieri. Lo bueno es que el recorrido acaba en una pizzería con vistas al lago. Aunque no muy buena, es lo que hemos cenado.

martes, 5 de agosto de 2014

El descanso del guerrero

Tranquilidad junto al Hotel.

domingo, 3 de agosto de 2014

Italy again

Ya estoy de vacaciones por fin. El año se me ha hecho largo por muchos motivos y ya tengo mis merecidas vacaciones. La cosa ha empezado un poco torcida porque alguien me ha echado mal ojo y me persigue el diluvio universal. Primero en Zaragoza con unas pedradas que me han tuneado el coche y después en el aeropuerto de Bérgamo que al hacer andando 400 metros hemos quedado completamente empapados y la ropa de nuestras maletas también se ha calado algo. Hemos tenido que comprar unos paraguas para poder movernos. Después de coger el coche de alquiler hemos recorrido lentamente los pocos kilómetros que hay a Bellagio junto al lago de Como. Al llegar al hotel la señora de recepción no nos ha dejado entrar con el paraguas chorreando y hemos tenido que dejarlo en la puerta. Tras hacer el check-in, secarnos un poco en la habitación, remangarnos los pantalones y cambiar deportivas caladas por chanclas playeras, salimos a la calle y ya no estan los paraguas. Non ti preocupare... nos dice la señora. No podemos salir sin paraguas ni a coger el coche. Llama a su hija y esta le dice que se los ha dejado a los de la habitación de al lado. Mira que somos reacios a dejar el paraguas abandonado. Es de esas cosas que no tienen valor económico y a la gente no le importa tomarlo prestado en esas situaciones caóticas de alta demanda.
Menos mal que han estado vivas y nos han llevado en coche hasta el pueblo, nos han comprado dos paraguas y hemos podido empezar nuestra visita a Bellagio.
Bellagio es el pueblo que más fama tiene del lago de Como pero a mi entender está un poco sobrevalorado. Es curioso por sus calles escalonadas y empedradas. Tiene rincones bonitos pero me imagino que como en todos los pueblecitos que rodean el lago.
Hemos alucinado con una señora con sus plataformas de madera intentando no meterse un guarrazo bajando por una de sus calles. Después dirán que la infraestructura del pueblo es mala porque no hay donde agarrarse.
Junto al puerto de las batellas y los ferries se concentran la mayoría de los restaurantes con menús hechos para turistas con gran cantidad de fritos y pseudorissotos. Siguiendo lo que podría llamarse paseo "laguítimo" apareces en los jardines de Villa Melzi que es un parque monumento de la humanidad de caracter privado por el que cobran 6,5€ y andas entre árboles como en cualquier parque. Por no  embarrarnos decidimos coger un barco a otro pueblo. Cogemos un billete de ida y vuelta a Menagio que está enfrente (precio 9€ persona). Esperamos un rato sentados tomando el sol en el pontile due mientras vemos como marchan a otros destinos hasta que aparece nuestro barco. El pueblo merece la pena visitarlo sus placitas con terrazas y su paseo junto al puerto lo hacen muy agradable. Aquí me he tomado mi primer spritz, ya tenía ganas. Estamos pendientes de la hora porque el último barco zarpa a las 20.00 y nos veríamos en un serio problema (solucionable con guita) si nos quedamos en tierra. Al llegar a Bellagio damos un último paseo y buscando la salita capuccini para regresar al hotel damos con un restaurante en Pescallo en el que acabamos cenando. Con el hotel a unos cincuenta metros no nos podemos perder aun sin luz. A la cama para seguir mañana explorando la zona.