Al igual que en la serie “Me llamo Earl” se banaliza el tema del Karma como si fuese un dios, aquí hacen lo mismo con el zen.
Lo presentan como un estadio final al que se llega a través de la meditación y el recogimiento. Y adjetivizan cualquier acción u objeto calificándolo con este sustantivo.
En el budismo zen el estadio final es el Nirvana. Al Nirvana se llega a través de muchas cosas, no solo la meditación. En realidad se consigue con el pensamiento y la observación de lo que nos rodea. La consciencia de tu propia finitud y la postura nihilista contraria al determinismo teológico (libre albedrío) es la meta a la que se trata de llegar. El zen es un camino para ese fin.
El tema del Nirvana en el budismo es un poco incongruente. Por un lado te venden la moto de las reencarnaciones, pero, si llegas al Nirvana sabes que es el final. Ya no hay más reencarnaciones. Esta “religión” paralela a la filosofía griega te dice que tienes que procurar conseguir esa meta, pero si no lo consigues no importa, siempre te quedaría alguna reencarnación. En el caso de los católicos alguna resurrección. De todos es sabido el carácter fantástico de las religiones.
En resumen el budismo zen: bien si lo tomas como filosofía, mal si lo tomas como religión.
Elimina lo irracional y tienes una buena forma de pensar y actuar.
Aquí queda esto:
“Aprender el camino del Buda, es aprender acerca de uno mismo. Aprender acerca de uno mismo es olvidarse de uno mismo. Olvidarse de uno mismo es estar iluminado por todas las cosas del mundo. Estar iluminado por todas las cosas del mundo es prescindir del cuerpo y de la mente propias.”
Maestro Zen Dogen
Maestro Zen Dogen
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