Concarneau es un pueblo que gira en torno a un fuerte amurallado en el puerto, al llegar nos pilla una tromba de agua y tenemos que esperar bajo un toldo durante unos minutos. Aquí el clima es similar al de todo el Atlántico (como el de Galicia). Las hortensias crecen a sus anchas por todos lados, y eso indica que los días de sol escasean.
El fuerte tiene varias salidas directas a puerto que hacen ver el carácter militar que tenía este sitio.
Al volver al coche pasamos por “Les Halles” (el mercado municipal) que no es gran cosa (prefiero los mercados italianos y por supuesto los españoles).
Vamos a Pont Aven, cuna de artistas y galeristas. El pueblo está plagado de galerías en a lo largo de un riachuelo con unas enormes piedras redondeadas que hacen muy agradable el sitio. Se dice que Gauguin pintó aquí uno de sus cuadros. En las últimas casas hay un interesante mercadillo de antigüedades con objetos de lo más variopinto.
El siguiente pueblo es Douarnenez,el reino de las sardinas. Hay unas cuantas factorías conserveras que se dedican a este pez. Hay una exhibición de barcos antiguos y nada más llegar nos desvían de lado a lado con cortes de calles para el evento.
Cuando dejamos este sitio nos espera Locronan que es otro pueblo con encanto. El aspecto de la foto es lúgubre porque está lloviendo y las casas son de piedra gris. Al entrar te cobran tres euros para aparcar y te dan un planito de la villa.
Lo dicho en post anteriores, sigo sin tomar un café decente.
Para terminar el día llegamos a Roscoff, el finisterre francés. Después de hacer la entrada del hotel ruamos en busca de restaurante y en uno que tiene buena pinta nos dicen que a esta hora ya nada.
En el restaurante del hotel nos hacen una buena ensalada y unos moules frites (mejillones y patatas fritas) típicos de la zona.
Continuará...
El fuerte tiene varias salidas directas a puerto que hacen ver el carácter militar que tenía este sitio.
Al volver al coche pasamos por “Les Halles” (el mercado municipal) que no es gran cosa (prefiero los mercados italianos y por supuesto los españoles).
Vamos a Pont Aven, cuna de artistas y galeristas. El pueblo está plagado de galerías en a lo largo de un riachuelo con unas enormes piedras redondeadas que hacen muy agradable el sitio. Se dice que Gauguin pintó aquí uno de sus cuadros. En las últimas casas hay un interesante mercadillo de antigüedades con objetos de lo más variopinto.
El siguiente pueblo es Douarnenez,el reino de las sardinas. Hay unas cuantas factorías conserveras que se dedican a este pez. Hay una exhibición de barcos antiguos y nada más llegar nos desvían de lado a lado con cortes de calles para el evento.
Cuando dejamos este sitio nos espera Locronan que es otro pueblo con encanto. El aspecto de la foto es lúgubre porque está lloviendo y las casas son de piedra gris. Al entrar te cobran tres euros para aparcar y te dan un planito de la villa.
Lo dicho en post anteriores, sigo sin tomar un café decente.
Para terminar el día llegamos a Roscoff, el finisterre francés. Después de hacer la entrada del hotel ruamos en busca de restaurante y en uno que tiene buena pinta nos dicen que a esta hora ya nada.
En el restaurante del hotel nos hacen una buena ensalada y unos moules frites (mejillones y patatas fritas) típicos de la zona.
Continuará...
¡Ah, se me olvidaba! En una casa de Roscoff Alejandro Dumas escribió el capítulo de "La cebolla" de "La gran enciclopedia de la cocina".
5 comentarios:
¡Qué envidia! He entendido que estás en el Finisterre francés, verdad?
No lo conozco pero he viajado hasta París en coche, y el paisaje francés me encanta por lo verde de sus campos y la cantidad de vegetación.
Un abrazo.
Llevas razón, el paisaje del interior es tan bueno como el de las costas del noroeste.
¿¿Un viaje así sin café decenteee?? Yo me muero. Menos mal que los lugares compensan, chico...
Lo dicho, sin café decente.
Estuvimos por Roscoff, que es bonito, pero Concarneau no me suena. Coincido contigo en la comparación con Galicia.
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