Se me olvidó contar que antes de llegar a Punta Cana los azafatos rociaron toda la cabina del avión con un producto desinfectante obligados por las autoridades dominicanas. Increíble teniendo en cuenta que en la isla se da el dengue, la malaria y el cólera.
La religión evangelista protestante es la predominante. En la radio de una guagua un cura estaba contando con pelos y señales la visita del Papa a República Dominicana. Un chico que estaba trincándose una botella de ron en los asientos traseros no se aguantó más y le gritó al cobrador ¡pon salsita y quita a esos curitas que nos morimos! Todos nos reíamos pero era lo que pensábamos desde hace rato. El bus se paró para que bajase una chica y el del ron se apeó con la excusa del aseo. Al rato, con el pantalón caído enseñando el calzoncillo, volvía con un vaso repleto de hielos para seguir con la botella.
Es gracioso el método de pago. Tú, subes, te sientas, y cuando le apetece al cobrador es cuando tienes que pagar. Si estás en la parte de adelante y alguien te toca el hombro es una señal de que te toca apoquinar. Si te mira a los ojos y te apunta con el dedo índice es que tienes que abrir la cartera. Puedes estar rodeado de gente que no ha pagado pero todavía no ha llegado su hora.
En el hotel ha habido muchas fiestas, en la playa por la noche fuegos artificiales, congas, música disco y todo ello acompañado de hamburguesas, perritos y cervezas. Un animador nos engañó para participar en un concurso de pulsos diciendo que lo iba a apañar. Llevaba razón, los que perdimos ganamos un tartazo de merengue en la cara. Lo bueno fue la guerra de merengue que le siguió.
Las playas de la zona eran impresionantes y estaban plagadas de perlitas verdes de las algas.
Eso de desayunar huevos con beicon, patatas reboz
Estaba bajo una sombrilla en la piscina y no sabía decir que no al camarero que me ofrecía unas brochetas de fruta, tampoco a las camareras que me traían piñas coladas y menos aún al puesto itinerante de tartas de chocolate y frutas.
Es un buen lugar para olvidarte del estrés de los países desarrollados. La climatología muy buena, incluidas algunas nubes de vez en cuando.
8 comentarios:
¡Vaya, Ulises, pedazo de viaje!
Me ha gustado mucho la foto de la fiesta, por los colores y el movimiento. Y buenísimas las del pulso y el merengazo en la cabeza (por cierto, hijo, estás cuadrao, ¡como para meterse contigo!)
¿Qué es esto de las perlitas de las alas? No lo había oído nunca. ¿Te trajiste algunas?
Sin duda un viaje para no olvidar.
(perlitas de las alas no, de las algas -es que me falla la g a veces...)
No tan cuadrao como para librarme del tartazo. Las bolitas esas eran gelatinosas, parecían granos de moscatel brillantes, igual al secarse se quedan como pasas.
Me comentaba un americano que lo bueno de este destino es que excepto los tres meses de huracanes el resto del año el.clima es el mismo.
La mayor cantidad de huéspedes eran argentinos y americanos.
Ojú! por el título pensé que te referías a otra cosa, menos mal que no, el viaje..chico..¡qué envidia que me das! Por lo de viajar, pero por el lugar, no digo que no sea una maravilla, pero casi que prefiero conocer las capitales europeas. Por cierto las perlitas esas ¿se comen?
Yo en las ciudades europeas disfruto mucho pero esta vez quería estar tumbado a la bartola. Lo de las perlitas nolo sé pero seguramente que son un buen alimento. Vi un documental de unas algas de tasmania que servían para sacar una gelatina comestible para la elaboración de alimentos.
¿Quien ganó el pulso?... que envidia de viaje¡.:-)
Marina, ya se ve que el tartazo lo recibí yo. El tipo tenía una pinta de hooligan que no veas.
Ahora ya tengo que pensar en las siguientes.
Ainssss qué envidia me das.
Cuando vuelvas hay un premio para ti
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